Poseidón y Atenea deseaban convertirse en la divinidad de Atenas. Resolvieron la disputa de forma pacífica mediante una competición. La competición consistía en ofrecer el mejor presente a los ciudadanos de la ciudad. Posiedón subió hasta la acrópolis de la ciudad y dando un fuerte golpe con su tridente hizo brotar una fuente de agua salada. Atenea también se situó en la acrópolis y ofreció como presente el primer olivo.
Zeus reunió a los dioses para decidir que presente era mejor. La fuente, a pesar de su magnitud y belleza no era de gran ayuda, ya que era de agua salada. En cambio el Olivo ofrecía aceitunas, de las cuales podían obtener aceite para cocinar e iluminar, y también les era de utilidad para comerciar.
Por todos estos motivos Zeus nombró a Atenea vencedora y por tanto divinidad de Atenas (que obtiene el nombre de la diosa). Los atenienses, como muestra de gratitud y aprecio hacia su patrona, alzaron el Partenón en la acrópolis y grabaron la imagen de la diosa y su ave en las monedas.